Con el uso de efectivo sucede algo curioso: la percepción de los ciudadanos es cada vez positiva, pero al mismo tiempo lo utilizan cada vez menos frente a las tarjetas. La caída de los sistemas de pago digitales -tarjetas y bizum- durante dos horas el pasado sábado 18 constató la importancia del efectivo, el “medio de pago que siempre funciona”, como afirmó este martes Narciso Michavila durante la presentación de la tercera encuesta sobre el uso de efectivo, realizada por Gad3 para la plataforma Denaria.
Lo cierto es que el pago en efectivo es el más utilizado, aunque sólo por el 37,1% de los encuestados, frente al 46,3% de 2022. Por el contrario, el uso de tarjetas es el preferido por el 54,1%, casi seis puntos porcentuales más que un año antes. En esta línea, el informe muestra que, lejos de beneficiar el uso de efectivo, el acceso a este es cada vez más difícil. Así lo percibe el 59,8% de la población, un 3% más que en 2022.
En otras palabras, el efectivo es cada vez más valorado por la población -siempre funciona, respeta la privacidad, es más seguro y ayuda a controlar los gastos-, pero cada vez menos utilizado y esto se explica por la comodidad del pago digital y, más significativo todavía, porque cada vez existen más trabas para utilizarlo y los bancos son parte importante del problema.
Así, el 87% de los encuestados asegura que las sucursales deberían cuidar más la atención a los mayores y personas vulnerables con personal dedicado y ampliación de horarios dentro de la jornada laboral. Sólo el 5% considera que la atención y el acceso al efectivo son suficientes, mientras el 37,1% cree que deberían poner más cajeros automáticos.
Entre los que más sufren en este terreno están los pequeños comercios, que se las ven y se las desean para conseguir efectivo, principalmente por el horario restrictivo de caja impuesto por los bancos. Y es que para las entidades, la gestión del efectivo implica muchos costes, por ejemplo, el personal de caja, el traslado físico del dinero, la custodia del mismo e, incluso, el mantenimiento de los cajeros automáticos.
Sin embargo, los pagos con tarjeta, bizum, transferencia o mediante wallets como la de Samsung, Google y Apple, apenas conllevan coste alguno. Eso sin entrar en la privacidad, porque todo pago digital deja huella, frente al efectivo que no deja rastro alguno.
En definitiva, la batalla contra la tiranía digital ya ha comenzado y tiene en los medios de pago uno de sus principales escenarios. Como asegura Denaria en su web, el dinero en efectivo “es un símbolo de libertad y garantía de privacidad ante la injerencia de organizaciones y corporaciones en los datos personales de los individuos”.
Siempre que puedan, paguen en efectivo. A los poderosos no les gusta.