La circulación de dinero en efectivo es un importante factor de seguridad para la continuidad de las actividades económicas en situaciones de emergencia, y garantizar su acceso y uso se convierte en un elemento fundamental para la tranquilidad, seguridad y bienestar de los ciudadanos.
Y es que la circulación del efectivo es clave para los sistemas económicos ante contextos extraordinarios, tal y como ya ocurrió con la irrupción de la pandemia de la COVID-19: en el año en el que estallaba la emergencia sanitaria, la Reserva Federal Estadounidense (FED) confirmaba que la cantidad de moneda en circulación se disparaba a un ritmo nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial, con un total en circulación que se disparó a 2,07 billones de dólares. Y lo mismo ocurría en Europa, donde el Banco Central Europeo informaba de que, entre el 13 de marzo y el 10 de abril de 2020, el valor del dinero en circulación aumentó en 46.689 millones de euros.
Sobre esta cuestión, el Grupo de Trabajo sobre Pagos Minoristas del Banco Central Europeo, destaca en su último informe la importancia del dinero en efectivo como un respaldo imprescindible, un “back up”, para el sistema de pagos.
Cabe recordar, además, que el pasado mes de octubre, cuando el “gran apagón” amenazaba Europa, las recomendaciones de algunas autoridades apuntaban al efectivo como elemento clave en los “kits” de productos esenciales. De hecho, en los EE. UU., cuando se acerca un huracán, el primer efecto es una demanda súbita de dinero en efectivo, que puede llegar hasta el 500 %, según expertos de la FED.