El organismo considera -en un artículo publicado en la Revista de Estabilidad Financiera- que a pesar de que el aumento de las comisiones bancarias puede contribuir a la estabilidad financiera, también puede conllevar riesgos, como la migración de clientes hacia nuevos operadores digitales o afectar a la inclusión financiera, así como impactar de forma negativa en la reputación de los bancos.

El análisis explica que las entidades bancarias y financieras estarían cambiando su modelo de comisiones hacia uno "en el que los costes se repercuten de forma más directa y diferenciada por servicio", especialmente los ingresos por servicios de pago (como cuentas corrientes, tarjetas bancarias o transferencias).

Esto se reflejaría en la aparición de nuevas tipologías de comisiones o de nuevas formas de aplicación en servicios concretos que antes se englobaban en categorías más generales, fomentado, en algunos casos, por diversos condicionantes tecnológicos.